S umergida en mis pensamientos, intento llegar a un abismo de tranquilidad sin conseguirlo. Todo se interrumpe cuando la intuyo próxima, no puedo verla, pero sé que está ahí. A cechando, esperando su momento, no es la pr imera vez que intenta arra strarme a su ser. Hace tiempo logré vencerla, pero ahora estoy demasiado cansada. La llamo entre sueños: - ¡Ven! -le ordeno. Mi cuerpo se estremece al percibirla tan cerca, quiero que sea rápido, no quiero sufrir. No la temo pues todo lo que vine hacer a este mundo ya está hecho. He sido niña, joven, mujer, amante, madre y abuela. Las arrugas de mi piel indican todo lo que he vivido, lo que he soñado y lo que he perdido. - ¿Por qué tardas tanto? -le pregunto a...